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RAMÓN MUÑIZ
Miércoles, 20 de mayo 2015, 00:18
El vertedero central está a unos 800 metros de la vía más utilizada por los conductores, la 'Y', oculto a su vista por un monte. Al ritmo actual quedará saturado entre el presente y el próximo año. En la última década fracasaron todos los intentos por levantar una incineradora que lo relevara o promover el reciclaje hasta volverlo inútil. Llegados a este punto, sólo queda aprender de los errores y buscar dónde seguir depositando los desperdicios.
Los especialistas de Ambinor -empresa contratada por el Principado para elaborar el Plan estratégico de residuos- asumieron este diagnóstico, reconociendo que era «inevitable» pero de importantes «inconvenientes técnicos, ambientales y operativos». Admitían que apilar en altura la basura «incide negativamente sobre la calidad de vida de las poblaciones del entorno», que sufrirían peores «olores» y más animales oportunistas. «El impacto ambiental y su control será más caro y problemático», advertían, antes de apuntar a las dificultades que encontrará la captación de lixiviados. También «aumentará el peligro de contaminación de aguas superficiales».
Una vez aprobado el Plan de residuos, Cogersa contrató al equipo de Ingeniería y Geología Consultores, para que le redactara el estudio de impacto ambiental de la ampliación. Su trabajo está abierto a recibir alegaciones hasta el próximo 12 de junio e incluye mejoras y conclusiones opuestas a las de sus antecesores.
El proyecto sigue basándose en apilar los residuos sobre la superficie que deja el actual vertedero. Las capas acumuladas mediante taludes se elevarán en un máximo de 60 metros respecto al vaso actual. El depósito alcanzaría así su cota límite, la de los 230 metros de altura sobre el arroyo cuya colmatación inició décadas atrás.
La ampliación permite acoger 2,8 millones de metros cúbicos de desperdicio, lo que alargaría la vida útil del depósito hasta el año 2020. Según el plan de residuos, en ese momento debería estar funcionando una incineradora y otro tipo de vertederos.
Ahora que toca concretar los perjuicios y enfrentarse a las alegaciones vecinales, los técnicos optan por un tono más positivo. «En cuanto a los olores, la ampliación del vertedero no supondrá un empeoramiento de las condiciones actuales, al realizarse sobre el propio vertedero y tratarse del mismo residuo que en la actualidad», asegura su análisis. La ejecución de dos balsas «se realizará al objeto de mejorar la captación de lixiviados» y prevenir toda contaminación.
La vegetación afectada «es poco diversa y constituida en su mayor parte por especies herbáceas (...) entre las que abundan algunas plantas invasoras. Estas especies son una importante amenaza para la biodiversidad». El impacto sobre la fauna no es significativo y de hecho «el aporte constante de basuras constituye una importante fuente de alimentación para algunas especies de aves oportunistas que se beneficiarán».
El mayor peligro, no hacerlo
El análisis concluye que el mayor peligro ambiental es no ampliar el vertedero, pues «generaría un problema de tremenda magnitud en los distintos concejos de difícil solución».
La Coordinadora Ecoloxista d'Asturies alegará contra un proyecto que supondría la cuarta ampliación del vertedero. «El PSOE, a través de Cogersa, lleva más de una década ampliándolo y diciendo que se acaba para meter miedo y poder poner la peligrosa incineradora», dnuncian.
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