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L. M.
Sábado, 14 de febrero 2015, 00:26
Una ovetense de 54 años, Julia G. V., fue detenida ayer por agentes de la Policía Local de Vigo después de que arrojara un líquido inflamable -presuntamente, gasolina- y prendiera fuego a su hermanastra, Ángeles G. J., de 44, en la vía pública. Ocurrió pasadas las doce y media del mediodía en la calle Urzáiz, en el centro de Vigo. La presunta agresora ejerce la mendicidad en el cruce de esta calle con la del Príncipe desde hace años y es habitual verla en el comedor social de las Misioneras del Silencio, al que también acude su hermana.
Se desconoce qué pudo motivar la agresión. La víctima aseguró a los agentes que su hermana mayor la había abordado en la calle, gritando y amenazándola y, que en un momento dado, la roció parcialmente con un líquido inflamable que llevaba en un cubo y le prendió fuego con un papel de periódico que encendió con un mechero. Ángeles G. J. trató de buscar ayuda refugiándose en una cafetería cercana. «Su ropa olía a gasolina y gritaba: 'Me quieren quemar'», relató la propietaria del negocio, María del Carmen Diéguez, en declaraciones a La Voz de Galicia. Tras ella entró Julia G. V., pero el personal de la cafetería consiguió detenerla y separar a las hermanas.
A continuación, los empleados salieron a la calle y vieron cómo ardía un tramo de acera donde estaba vertida la gasolina, en una esquina situada frente al comedor social donde acostumbran a comer ambas mujeres, naturales de Oviedo pero que llevan varios años residiendo en Vigo, aunque sin un domicilio fijo.
Varios testigos confirmaron a los agentes la versión de la víctima, por lo que se procedió a la detención de la presunta agresora, que fue arrestada cuando caminaba por una calle próxima.
«No aguantaba más»
La víctima no sufrió heridas graves. De hecho, varias personas la vieron pocas horas después del suceso caminando por la zona donde tuvieron lugar los hechos. Según relató el hijo de la detenida a La Voz de Galicia, su madre «no aguantaba más» los supuestos insultos de su hermana Ángeles y se sentía acosada.
Por su parte, la propietaria de la cafetería donde la agredida buscó refugió contó que «a veces vienen aquí y nos pide tabaco o algo de comer, nunca me imaginé que pudiese ocurrir algo así».
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