

Secciones
Servicios
Destacamos
Laura Fonseca
Martes, 3 de febrero 2015, 01:41
Camas eléctricas hipermodernas. Con mando de posición incorporado en los laterales que permite al enfermo buscar la postura más cómoda para su convalecencia. Más reclinada, menos, con el respaldo recto, con las piernas un poco elevadas. Por tener, tienen hasta una alarma que salta cuando se le retira el freno que actúa como dispositivo de seguridad y disponen de diferentes modos de uso para el colchón. Las opciones son múltiples y poco tienen que ver con las vetustas camas a manivela que había en El Cristo. Pero en el nuevo HUCA las camas eléctricas, cuyo coste ronda los 1.800 euros por unidad, y que son las mismas que se ven en la serie del Doctor House, traen de cabeza a la dirección del hospital. También al personal de mantenimiento que no da abasto en reparaciones. Hasta el segundo subsuelo de La Cadellada, donde está el taller, llegan todas las semanas entre cinco y seis camas averiadas.
Las 1.057 Hill-Rom que adquirió Gispasa por valor de 2,5 millones de euros (la cifra incluye también las mesillas y camas especiales) se estropean con más frecuencia de la deseada. Tanto, que el HUCA tuvo que bajar varias del viejo hospital ante el pico de gripe que obligó a reconvertir en dobles las habitaciones individuales en La Cadellada.
Pero, ¿porqué se averían estas camas tan avanzadas? Responsables del taller han explicado a EL COMERCIO que «es un problema de mal uso». Al parecer, muchos familiares de enfermos las desenchufan «para cargar sus dispositivos móviles. Luego se olvidan de volverlas a conectar y se acaban averiando». Estas camas disponen de una batería de 9 voltios y de una autonomía de tres horas, que es el tiempo necesario, por ejemplo, si el enfermo tiene que ser desplazado a quirófano o a una prueba. Pero una vez que pasa ese tiempo sin conexión eléctrica, la batería se agota. «La cama se bloquea y hay que resetearla porque ya no se pueden articular de ninguna manera», detallan los técnicos.
En muchas de las plantas se está avisando de estas circunstancias a los enfermos y familiares. Pero no solo hay problemas con las camas de hospitalización, también con las de UVI, que cuestan 22.000 euros cada una. También fallan y, «en este caso, no es por la manipulación de los pacientes», indica personal de mantenimiento.
Nadie puede discutir que el nuevo HUCA es uno de los centros más avanzados tecnológicamente del país. La Cadellada gana cualquier comparativa que se quiera hacer con el viejo hospital. Sin embargo, el puntero HUCA acumula fallos y deficiencias muy llamativas para un centro hospitalario de nueva construcción, cuya ejecución y equipamiento acabó costando 500 millones de euros. El nuevo centro lleva siete meses funcionando y aún tiene pendiente de solventar varias irregularidades denunciadas ante Inspección de Trabajo. Tal y como hiciera al poco de su entrada en servicio, EL COMERCIO ha vuelto a recorrer las instalaciones de La Cadellada, ahora con mucha más actividad asistencial que en junio pasado.
Algunas irregularidades, como las que afectaban al laboratorio que vertía líquidos contaminantes al exterior, han sido solventadas una vez que los trabajadores sacaran el caso a la luz, pero muchos otros fallos persisten. Los vestuarios donde se cambia el personal continúan con las viejas y oxidadas taquillas de El Cristo. Los trabajadores han improvisado bancos corridos con tablones y latas de pintura «porque no tenemos dónde sentarnos cuando nos cambiamos», denuncian. Por si fuera poco, las nuevas taquillas no han podido ser instaladas porque no han logrado el visto bueno de la Inspección. La dirección ha obligado a los trabajadores a compartir armario (uno para cada dos), pero los inspectores han determinado que eso supone un incumplimiento de las medidas de salubridad.
Largos recorridos
Otro de los handicap del nuevo HUCA están siendo las largas distancias. En el viejo hospital, un mamotreto compuesto por 17 edificios, el personal tenía asumido los grandes recorridos. En ocasiones, cuando se trataba de enfermos graves, los traslados de un bloque a otro se hacían en ambulancia. El Insalud llegó a elaborar un estudio que aseguraba que el personal de El Cristo realizaba, de media, 11 kilómetros diarios entre los pasillos de los vetustos edificios del General, Covadonga, Materno, Rehabilitación y Silicosis.
El nuevo HUCA fue presentado en su día como un centro diáfano, amable y, sobre todo, en el que no sería necesario realizar ginkanas para ir de un servicio a otro. Sin embargo, un estudio que está elaborando el sindicato Sicepa-Usipa-Saif echa por tierra esa premisa. De Urgencias a hospitalización, un itinerario que se suele realizar a diario cuando hay que ingresar un enfermo, hay 358 metros de distancia. De Urgencias a Consultas Externas, otro recorrido habitual, 317 metros y de Urgencias a Hemodinámica, 340.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
El Sporting de Gijón destituye a Rubén Albés
José L. González
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.