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ELENA RODRÍGUEZ
Domingo, 4 de enero 2015, 00:34
Después de cerrar 2014 con 35.000 niños asturianos en riesgo de pobreza, comienza el año y, con él, el tiempo de reflexionar sobre un fenómeno que ha crecido en los últimos cuatro ejercicios hasta afectar a uno de cada cuatro menores del Principado. Para debatir sobre esta problemática, «de la que todos debemos tomar conciencia social», EL COMERCIO ha reunido a doce ONG de la región: Red Asturiana de Lucha contra la Pobreza, Cáritas, Cruz Roja, Unicef, Banco de Alimentos, Fundación Hogar San José, ACCEM (Asociación Comisión Católica Española de Migraciones); Fundación Cruz de los Ángeles, Mar de Niebla, Fundación Siloé, Ningún Niño sin Cenar y Expoacción.
Cada una aporta matices, pero hay coincidencia en muchas de las propuestas que plantean. La que concita mayor consenso es que para combatir la pobreza infantil «es necesario, sobre todo, crear empleo para que haya ingresos en el hogar». José Antonio García Santaclara -fundador de la Fundación Siloé, en Gijón, con hogares y centros de día para menores en riesgo de exclusión social- subraya la importancia, sobre todo, de «prevenir» para evitar llegar a este tipo de situaciones. «Las políticas de infancia y juventud no figuran en la agenda de nuestros representantes. Son la 'cenicienta', las grandes olvidadas y me parece un error mayúsculo, porque ellos son el futuro, lo mejor que tenemos y no los cuidamos».
También alude a este asunto Teresa Estrada, directora gerente de la Fundación Cruz de los Ángeles, con sede en Oviedo y que cuenta con viviendas mixtas para que los niños con dificultades familiares tengan una vida totalmente normalizada. «No se pueden tratar los problemas de la infancia siempre de soslayo y como un tema menor. Hay que priorizar la calidad y el buen hacer de las medidas que se implantan por encima de cuestiones economicistas». Propone, además, que se «verifique su puesta en marcha y su efectividad, y no sean simplemente catálogos de buenas intenciones».
ACCEM y Mar de Niebla centran su trabajo en las medidas preventivas de las que habla Santaclara. Según explica Vanesa Martínez, responsable del centro de menores de jóvenes extranjeros no acompañados de ACCEM Asturias, prestan servicios de alojamiento, manutención, formación y atención social y psicológica, entre otros. «Se trata de darles habilidades para afrontar el paso a la vida autónoma con todo lo que eso conlleva». Mar de Niebla, en la zona oeste de Gijón, trabaja con cien niños y adolescentes. Pequeños de 6 a 11 años y adolescentes de 12 a 16 acuden a la asociación tres horas al día para reforzar los conocimientos del aula, hacer los deberes, merendar y participar en actividades de ocio que, como explica la responsable del programa de tiempo libre, Rocío Álvarez, «también son muy importantes para ellos». El objetivo es «ofrecerles un entorno seguro, un espacio de participación en el que se les dote de habilidades para que piensen por sí mismos y estén preparados en todos los niveles con vistas al futuro». Pero, para hacer todo esto, añade «también necesitamos la implicación de las administraciones, mayor inversión social».
En este sentido, Víctor García, el portavoz de la Red Asturiana de Lucha Contra la Pobreza (que agrupa a una veintena de entidades, entre ellas, la Asociación Gijonesa de la Caridad), alude a tareas que aún siguen pendientes: «El plan autonómico de inclusión social finalizó en 2011 y el nuevo está en proceso de elaboración. Para el nuevo periodo son necesarias medidas concretas y presupuestadas que aborden a medio y largo plazo acciones integrales en el ámbito de la educación, la salud, la vivienda, el empleo...». Asimismo, «el plan de infancia está definido, pero se tiene que aplicar», y advierte de que, con vistas a 2020, el 20% del fondo social europeo tiene que ir destinado a la lucha contra la exclusión, «pero tenemos serias dudas de que se esté planificando con ese criterio».
En noviembre, el Gobierno regional presentó el plan contra la pobreza infantil, con 1,4 millones de euros, de los que 600.000 son fondos autonómicos. «Es una medida paliativa para atender necesidades urgentes», explica García, quien considera que, en general, «sería necesario cambiar de metodología, porque estamos volviendo a un Estado de Beneficencia, basado más en la prestación de servicios y no en la transformación de las causas que provocan la exclusión».
Las ayudas, coinciden, son necesarias, pero echan en falta iniciativas no tan cortoplacistas, como programas de acompañamiento y socioeducativos que permitan adquirir destrezas sociales. La responsable del Programa de Menores y Familia de Cáritas Asturias, Pilar Díaz, observa que «las familias están muy desorientadas, sin unos servicios públicos que les acompañen en el proceso. Se les atiende desde muchos ámbitos, pero sin la globalidad necesaria». Y en este punto, la falta de coordinación, hay unanimidad total. «Nos gustaría que cuando se diseñen políticas se haga teniendo en cuenta todos los ámbitos que afectan a cada unidad familiar, de modo que se generen acciones integrales, evitando soluciones inmediatas, parches. Deseamos más reflexión y trabajo conjunto», dice Rafa Piñera, educador social en la Fundación Hogar de San José, en Gijón.
En un momento en el que los ciudadanos siguen viendo lejos la recuperación económica, el presidente de Unicef Asturias, Ángel Naval, apunta la necesidad de que «el salario social llegue a más beneficiarios», iniciativa que apoya Cruz Roja, que pide agilidad en la tramitación, así como ayudas para afrontar hipotecas pequeñas, de 300 o 400 euros. No obstante, el vicepresidente regional de esta institución, José Luis Carmona, insiste en que «fundamentalmente hay que crear empleo», opinión compartida por Pepa Cañadas, responsable de entidades de reparto y consumo del Banco de Alimentos en la región. En cambio, Blanca Menéndez, la fundadora de Ningún Niño Sin Cenar, en Gijón, considera que «las ayudas deben ir directamente a los niños, ya que hay padres que las emplean para otro tipo de gastos». Menéndez (que ve «exceso de burocracia para paliar la pobreza infantil; no hace falta gastar tanto dinero cuando se resuelve con muy poco») subraya el papel que juegan las escuelas en la detección de esta problemática. Porque, como destacan, acabar con ella es asunto de todos. Según Jesús Santos, presidente de Expoacción, «hay que involucrar también a las empresas privadas, ayudarles a generar conciencia social, pues son ellas las que crean riqueza y bienestar».
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