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M. MENÉNDEZ / O. SUÁREZ / I. GÓMEZ
Sábado, 29 de noviembre 2014, 00:30
La comunidad escolar de Soto del Barco amaneció ayer conmocionada. La mayoría de los padres habían decidido la tarde anterior no llevar a sus hijos al Colegio Público Gloria Rodríguez, por lo que fueron muy pocos los escolares que ayer acudieron a las aulas. Durante toda la mañana la consejera de Educación, Cultura y Deporte, Ana González, quiso acompañar a docentes y escolares, pero la presión para todos fue tal que fue necesaria la presencia de psicólogos de Cruz Roja Española en el centro educativo.
Varios padres se acercaron por el colegio y se mostraron muy emocionados, ya que conocían perfectamente a las pequeñas fallecidas y a su madre, pero no tanto al padre. Mar Gómez es una de las que tenía un trato más estrecho con las pequeñas, no en vano su hija era amiga de Amets: «Mi hija me dice que con quién va a jugar ahora», explicó entre lágrimas, al tiempo que indicó que a la pequeña le contó con sus amiguitas murieron en un accidente de tráfico.
Brígida Hernández también tiene un hijo que asiste al mismo colegio. Aseguró que «al padre lo veías muy serio. No hablaba prácticamente con la gente. La madre es una mujer muy trabajadora». También comentó que su hijo «está todo el tiempo preguntando qué hizo el padre a las niñas. Se lo tuve que contar y él me decía que el colegio está triste».
Dejar las criaturas al margen
Lozana Carazo también tiene a sus dos hijos en el centro escolar. Es psicóloga y decidió contarles lo ocurrido a sus pequeños. «Es un tema muy fuerte y los niños tienen que asimilarlo, diciéndoles que el padre habrá tenido una razón muy fuerte para haber hecho eso». El hijo mayor de Carazo compartía por las tardes clases de apoyo con Amets. «No se puede saber a ciencia cierta lo que pasa por la cabeza de un ser humano, pero si se quiere hacer daño debería haber dejado al margen a las criaturas», explica, y apunta que «me han dicho que cuando se reanuden las clases la próxima semana van a poner psicólogos en el colegio para que hablen con los niños».
Ana Sopeña es vecina del colegio Gloria Rodríguez y el pasado miércoles vio a José Ignacio Bilbao con sus dos hijas: «Pasó por aquí con ellas. Vi que la mayor había crecido mucho, pero es normal, porque el padre era alto y delgado. Se pasaban horas y horas sentados en los columpios junto a la iglesia». Esta vecina se confesó muy afectada porque «estás viendo todos los días a las niñas en el parque y no te puedes imaginar que ocurra algo así, porque el padre era de lo más normal del mundo». Y es que, al parecer, padre e hijas invertían mucho tiempo en la zona de juegos del parque y nada hacía presagiar un final tan atroz.
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