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Una de las plantas afectadas por la fuga de agua. El personal tuvo que echar mano de calderos, toallas y sábanas para controlar la inundación que comenzó en la quinta planta y llegó hasta el sótano.
Otra fuga de agua en el HUCA obliga a trasladar pacientes ingresados

Otra fuga de agua en el HUCA obliga a trasladar pacientes ingresados

La rotura de una tubería en la quinta planta encharcó parte del bloque A de hospitalización. El escape llegó hasta el sótano y anegó varias habitaciones

LAURA FONSECA

Viernes, 8 de agosto 2014, 00:27

El nuevo HUCA sigue haciendo aguas. Apenas seis días después de que una tormenta anegara la zona del atrio (el corazón del nuevo hospital) y cuando todavía se pueden ver las manchas de humedad, La Cadellada volvió ayer a achicar agua. En esta ocasión, la avería obligó a trasladar pacientes hospitalizados cuyas habitaciones se encharcaron en apenas unos minutos. Pese a su magnitud, la fuga no afectó a los quirófanos, precisaron fuentes sanitarias.

Los problemas comenzaron al mediodía. Al parecer, la rotura de una tubería general de suministro a la altura de la quinta planta acabó por inundar parte del bloque A de hospitalización. Se trata de la zona de habitaciones más próxima al atrio, donde casualmente se registró la filtración el pasado sábado. El agua corrió a borbotones, una vez más, hospital abajo, cayendo por paredes, techos e, incluso, anegando váteres. Fueron seis plantas las afectadas (desde la quinta hasta el sótano) y varios los pacientes que tuvieron que ser trasladados al entrar agua en sus habitaciones. Uno de los enfermos relataba a EL COMERCIO cómo sus familiares salieron a dar la voz de alarma. «Es increíble. En apenas un momento esto se llenó de agua. Incluso se filtró por alguna cama», se quejaron.

El personal tuvo que dejar sus tareas asistenciales y concentrarse en que los chorros no se adueñaran del edificio. El problema es que al principio «nadie sabía de dónde venía. Había habitaciones en las que literalmente llovía». El agua estuvo a punto de llegar a un cuadro eléctrico situado en la planta baja.

«Esto es una verdadera vergüenza. Hay que exigir responsabilidades», aseguraba ayer el delegado de prevención del Sicepa, Carlos Vázquez, harto de encontrar «auténticas barbaridades» en sus inspecciones diarias por el nuevo HUCA. Calderos, toallas y sábanas valieron para evitar que la inundación de ayer fuera a más. La imagen se asemejaba, y mucho, a lo que ocurría en el viejo hospital cuando llovía, días en los que las goteras se reproducían cual setas por el vetusto edificio. La diferencia es que el antiguo HUCA de El Cristo atesoraba medio siglo de antigüedad mientras que La Cadellada acaba de ser estrenado (se abrió el pasado mes de junio), tras invertir en su construcción 300 millones de euros.

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