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LUCÍA RAMOS
Jueves, 26 de junio 2014, 00:23
Para el Proyecto de Ley del Principado de Asturias de Atención Integral en Materia de Drogas y para numerosos expertos en la materia la cosa está clara: el alcohol es una droga, tanto si se trata de sidra o cerveza como de tequila. Este planteamiento no ha sentado nada bien en el mundo sidrero, donde los lagareros se echan las manos a la cabeza al ver cómo su 'caldo' es equiparado a bebidas de alta graduación como el ron o el vodka.
«No se pueden meter todas las bebidas en el mismo saco, en este caso estamos hablando de una que tiene unos cinco o seis grados, por lo que el problema estaría más en la cantidad consumida», señaló ayer el presidente de la comisión gestora del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida 'Sidra de Asturias', Ceferino Cimadevilla, quien rechazó tajantemente que la bebida asturiana por excelencia sea una droga. «La ciencia dirá lo que tenga que decir, pero yo no comparto que la sidra sea una droga. De hecho, siempre defendí que es el mejor aperitivo del mundo», apuntó.
Cimadevilla, que en ese momento estaba participando en la presentación de la nueva campaña del Consejo Regulador de la DOP 'Sidra de Asturias' que tuvo lugar al mediodía de ayer en la Colegiata de San Juan Bautista de Gijón, recalcó que «es contradictorio promover el consumo de sidra y su consideración como Patrimonio de la Humanidad por una parte y darle este tratamiento, por otra». Asimismo, el presidente de la gestora confió en que la futura ley de drogas que se está tramitando en el Principado no llegue a afectar «muy negativamente» a esta bebida.
Una cultura ancestral
Por su parte, el propietario del lagar Castañón, Julián Castañón, reconoció que su postura es diametralmente opuesta a la de los expertos que ven en el alcohol «una droga, sea en sidra o en vodka», y señaló que «no se puede equiparar una bebida de cinco grados con otra de 40». El lagarero se mostró mucho más preocupado con el consumo, cada vez más habitual entre los jóvenes, de bebidas de alta graduación y muy bajo coste adquiridas en supermercados. «Con tanta prohibición fomentan que los chavales se escondan y hagan botellón, cuando lo que deberíamos hacer es enseñarles a llevar a cabo un consumo diferente, más responsable, con baja graduación y en pequeñas cantidades», apuntó. Consideración esta última que comparte su colega Tino Cortina, propietario de Sidra Cortina, quien considera preferible «consumir una o dos botellas de sidra a irse de botellón».
Cortina, quien también hizo alusión a la «doble moral de promocionar por un lado y prohibir por otro», recordó que «la sidra natural es más que una bebida, es una cultura ancestral, una de las pocas cosas que nos hace únicos en el mundo» y lamentó que, «mientras otros países fomentan y protegen sus productos autóctonos aquí se equiparen con el cannabis o la cocaína».
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