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LAURA FONSECA
Sábado, 21 de junio 2014, 00:22
Demoras sin parangón en las urgencias, analíticas cuyos resultados no llegan o llegan tarde, equipos de laboratorio que fallan, tratamientos oncológicos de quimioterapia que se aplazan, órdenes para estudios radiológicos que se pierden en el limbo de las redes inalámbricas de La Cadellada donde, además, los fallos de cobertura telefónica ponen en riesgo las comunicaciones internas y urgentes dentro del propio hospital. El listado de efectos adversos que el Millennium y el resto de sistemas informáticos está dejando sobre los pacientes que acuden al nuevo HUCA es largo. EL COMERCIO ha venido dando detallada cuenta de ellos a lo largo de estas dos últimas semanas. Hasta ahora, las autoridades sanitarias (Consejería de Sanidad, Servicio de Salud y Gerencia del Área Sanitaria IV) habían asegurado que estas deficiencias detectadas en el arranque del nuevo hospital y que tardaron varios días en admitir, «no ponían en riesgo la seguridad de los pacientes». Pero ayer, los facultativos han salido a señalar todo lo contrario: «Sí que está habiendo riesgos para la salud de los enfermos», aseguró Ángel Colmeiro, presidente de sección de Atención Especializada del Sindicato Médico (Simpa).
Ayer, este facultativo del HUCA se reunió con la dirección del hospital para abordar estos problemas. Al encuentro, propiciado por el Simpa y también por la Asociación de Facultativos del Hospital Central, acudieron profesionales de Urgencias, Oncología Médica, Cirugía Vascular, Cirugía General, Neurocirugía, Neumología y Anestesia. Por parte del equipo directivo del HUCA estuvieron el gerente del Área Sanitaria IV, Jaime Rabanal, y el director de Asistencia Sanitaria, Antonio Álvarez.
Los médicos, uno a uno, expusieron durante dos horas y media un largo listado de deficiencias y fallos con los que se están encontrando en su quehacer diario por consultas y plantas de hospitalización. Las principales críticas van dirigidas hacia el Millennium, el sistema sobre el que pivota el modelo de hospital sin papeles que se pretende implantar en La Cadellada. Colmeiro citó algunos ejemplos que los propios facultativos pusieron sobre la mesa. Pacientes con un cuadro de sospecha de infarto que han tenido que aguardar más de cinco horas por el resultado de su analítica o enfermos que fueron ingresados sin los datos del laboratorio. «Si no fuera por el buen hacer de los profesionales no sé que habría pasado», alertó Colmeiro.
Pasar consulta por las plantas «es un suplicio», reconocía un prestigioso facultativo tras cruzarse ayer por los pasillos del hospital con EL COMERCIO. «No hacemos más que mirar para el ordenador». Otro problema grave detectado es que el sistema informático altera las pautas terapéuticas marcadas por los facultativos. «Tu escribes una cosa en el ordenador y a enfermería llega otra», explicaba alarmado otro profesional.
La dirección del hospital «ha tomado nota de todo. Llenaron casi cuatro folios», apuntó el representante del Simpa. El centro confía en que los fallos se solventen «poco a poco». Hasta tanto, han autorizado a los facultativos a que vuelven al papel «cuando el sistema falle», aunque han pedido que «sea la excepción y no la regla». Los médicos prevén celebrar una asamblea la próxima semana en el salón de actos del nuevo hospital. Allí podrían acordar «aparcar» el Millennium hasta tanto se resuelvan los fallos.
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