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FERNANDO DEL BUSTO
Miércoles, 4 de junio 2014, 10:53
ArcelorMittal ha previsto una inversión de 190 millones de euros en sus instalaciones de Avilés, que asegurarán el futuro de dos instalaciones claves para su presencia en Asturias: baterías de cok y la LD III. Las primeras recibirán 90 millones de euros, que se añaden a los 4 millones que se vienen dedicando al mantenimiento, y la segunda alrededor de 100 millones para dotarla de dos nuevas líneas de colada continua, lo que le permitirá afrontar nuevos productos y atender mercados emergentes. Una de las nuevas líneas será un equipo de colada continua vertical que permitirá producir slabs de grandes dimensiones, con un ancho de 2,30-2,60 metros.
La decisión de la inversión de 190 millones de euros fue transmitida por Juergen Schachler, jefe de la división de negocios de Productos Planos en el suroeste de Europa, que visitó Asturias recientemente. La inversión se da por hecha, aunque como sucede siempre en la multinacional siderúrgica, falta la aprobación definitiva y su comunicación oficial por parte del comité de dirección en Luxemburgo.
Aún así, la inversión ya se encuentra planificada, hasta el punto de que la dirección confirmó que se habían destinado ya cinco millones de euros a los estudios de ingeniería necesarios para modernizar la LD III. Las obras en la primera línea comenzarían a finales de 2015 o principios de 2016, aunque podrían incluso adelantarse a finales de este año. Posteriormente se realizará la inversión en baterías durante 2016 y, tras ella, se concluiría la inversión en la acería.
Actualmente la acería LD III no dispone del ancho que ahora se plantea, por lo que la decisión abriría la puerta incluso a futuras inversiones en las instalaciones acabadoras.Pero lo más importante es que se dirigen a un mercado emergente: la fabricación destinada al sector eólico marino.
De esta manera, ArcelorMittal se coloca en la línea de salida para atender un mercado donde, en los próximos años, se espera un gran crecimiento y en el que cuenta con clientes como el Grupo Daniel Alonso, que tras la adquisición de Idesa, ha establecido las bases para erigirse en una de las compañías lideres en el mundo en el sector eólico marino of shore, en el que ya han venido realizando proyectos con resultados satisfactorios, como se recuerda con sus primeras plataformas experimentales. A diferencia de las torres eólicas convencionales, las instalaciones marinas son de dimensiones mucho mayores, además de exigir una gran calidad para resistir en un entorno agresivo con el fin de que los costes de mantenimiento no afecten a su rentabilidad. También se podrá atender la demanda para grandes gaseoductos e instalaciones de tratamiento de hidrocarburos, donde además de la calidad material, se trabaja también en grandes formatos.
ArcelorMittal cuenta en Asturias con la experiencia positiva de Dacero, la empresa creada por el grupo Daniel Alonso para el aprovechamiento del tren de chapa gruesa de Gijón, único en la Península Ibérica, y que tiene en el grupo avilesino a uno de sus mejores clientes. La relación no puede ser más positiva para ambas sociedades, ya que Dacero fortalece su competitividad gracias al ahorro que supone el no tener apenas costes de transporte. En la decisión tomada ahora para la modernización y ampliación de la acería LD III ha tenido mucho que ver esta primera experiencia con la chapa gruesa, según ha podido saber este periódico.
Además de situar a la empresa siderúrgica ante la posibilidad de acceder a nuevos mercados, ambas inversiones alargarán la vida útil de las instalaciones.En el caso de la acería de Tabaza ya se venía reclamando la necesidad de una modernización para mantener en plenas condiciones el corazón de la siderurgia integral asturiana, tras cumplirse 25 años de su inauguración.
Modernización
Por su parte, los 90 millones de euros destinados a baterías de cok se centrarán en la zona de subproductos, que necesitan una urgente modernización. Una de las consecuencias de esta obra es que se incrementará la capacidad de aprovechamiento de los subproductos. Benceno, gas o alquitrán son algunos de las sustancias que se desprenden en el proceso de destilación del carbón bituminoso para la obtención del cok, fundamental para la elaboración de arrabio en los hornos altos. Tradicionalmente, estos subproductos se han venido comercializando con un importante rendimiento económico. Pero con esta inversión la dirección quiere aprovecharlos al máximo para aumentar la eficiencia del proceso y su rentabilidad para la compañía. Además, la inversión tendrá una serie de mejoras directas en el medio ambiente. En los últimos años, los esfuerzos de ArcelorMittal se centraron en la modernización de las diferentes compuertas de los hornos y los mecanismos de carga y descarga para evitar las humaredas negras. Con esta inversión, se lograrán otras mejoras ambientales, como la reducción de los escapes de dióxido de azufre, que son los responsables del molesto olor a huevo podrido que, de vez en cuando, aún se percibe en la ciudad.
La inversión alargará la vida útil de baterías entre 15 y 20 años, según los expertos, lo que por una parte puede representar que ArcelorMittal renuncie a medio plazo a la construcción de unas nuevas baterías en Gijón y prefiere invertir en los equipos de Avilés. Actualmente, las baterías se encuentran a plena producción, al tiempo que la dirección ha reforzado la inversión anual en mantenimiento para evitar averías.
Las baterías de cok de Avilés, según el convenio firmado en su día con el Ayuntamiento de Avilés, deberían mantenerse hasta 2017, con posibilidad de ampliar ese plazo. Pero desde el inicio de la crisis, nadie se plantea ahora que ArcelorMittal no pueda disponer de esa instalación el tiempo que lo requiera para asegurar la continuidad de los hornos y en general de todo el emplazamiernto de Asturias.
El anuncio de la inversión se produce en un momento dulce para ArcelorMittal en Asturias, con todas las instalaciones al máximo de su capacidad . Y más aún aún cuando las instalaciones asturianas exportan, en la actualidad, buena parte de su producción, lo que les obliga a competir con productores que trabajan en otros entornos con una menor regulación ambiental y laboral y, por lo tanto, con menores costes.
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