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JOSÉ MANUEL FEITO
Miércoles, 26 de marzo 2014, 13:16
Antes de entrar en materia conviene tener en cuenta que Fernando de Miranda, hijo de Álvaro y María, es el que vino a vivir a la casa palacio en La Lleda. En virtud de merced otorgada por Carlos V en Bruselas (31 de diciembre de 1543), funda el mayorazgo en favor de su sucesión el año 1555, a quienes trasmite los honores y las rentas heredadas de su padre y «la casa edificada en La Lleda cuando vinieron a residir a Avilés, y la construida junto a la iglesia de San Nicolás», hoy el edificio conocido como casa de Carlos Lobo. Fernando Carreño, según apunta Suárez del Villar, fue el primero en usar como apellido el de Miranda hacia 1550. Exceptuando al Mayorazgo Álvaro Carreño, lo seguirán usando sus herederos. A Fernando Carreño le sucede Lucrecia de Miranda (Palomino la llama Lucía), hija de los fundadores del mayorazgo, que casó con su primo segundo Álvaro de Prendes (escribano). De su hijo Juan Carreño y de Catalina Fernández Bermúdez nacerá su nieto el eximio pintor Juan Carreño Miranda (1614-1685).
EL III CENTENARIO
El centenario de su muerte se empezó a preparar con bastante antelación y fueron varias las personalidades que se dedicaron a divulgar la figura del pintor, sobre todo con motivo precisamente de la controversia de si nació en Avilés, en Carreño o en Oviedo.
Varios estudiosos salieron a la palestra. Uno de ellos fue el alcalde avilesino Suárez del Villar que había descubierto unas pinturas supuestamente de Carreño Miranda bajo las páginas de un documento, propiedad de una familia gijonesa. El manuscrito en pergamino de varias páginas trata del Privilegio de usar un traje de Viernes Santo (Palomino dice el Jueves), privilegio del que se lucraba el pintor y por el que se veía libre de algunas cargas. Los dibujos en color, todo en torno muy historiado sobre las figuras de Carlos II y su madre Mariana de Austria, presididos por una de sus Inmaculadas y dos ángeles, se ve que están inacabados. Sé que fue examinado por peritos en Madrid, pero desconozco su final.
Más interés, y sobre todo más controversia, tuvo una carta descubierta también por Suárez del Villar que dirige el padre del pintor a su mujer, a la que llama criada, lo que hizo pensar que habían tenido al hijo antes del matrimonio. En 1975, a diez años antes del III centenario, y «tras la conferencia del Marqués de Lozoya» aparece un escrito de Evaristo Casariego, conferencia en la que el Marqués hizo acaso demasiado hincapié en la palabra criada. Evaristo argumenta así su tesis en el citado artículo:
«Creo que no se analizó bien uno de los significados que tenía la palabra criado/a en el s. XVII, que no es la que hoy se expresa». Y citando el volumen V del Espectador de Ortega y Gasset en Notas del vago estilo, epígrafe IX, titulado: Ideas de los castillos: los criados, dice el filósofo: «Los escritores de la ortodoxia democrática sienten sonrojo cuando leen que Cervantes se denominaba a sí mismo criado del Conde de Lemos. Con la falta del sentido histórico que les es natural, creen ver tras ese vocablo la humillación y el envilecimiento de su gremio. Y sin embargo en esa expresión cervantina repercute aún con débil y lejano son, el sentido de una de las instituciones más bellas y más nobles ideadas en los castillos». «Hoy la palabra criado es incomprensible. Su significación etimológica ser criado por alguien no tiene nada que ver con su valor usual de ser criado de alguien». Y sigue el profesor avilesino en un largo y estudiado artículo que publica LA VOZ DE AVILÉS el 13 de marzo de 1974...
Evaristo Casariego Bango había publicado anteriormente otro trabajo en el que ataca el sentido que se le da a la expresión natural de (para Marino Busto, esencial en su tesis) e insistía en la importancia del testimonio del historiador Acisclo Antonio Palomino de Castro Velasco para situar la cuna del pintor en Miranda. Palomino, en el tercer volumen de su monumental obra Museo pictórico y Escala óptica (Madrid 1715-1724) y cuyo valor documental según Sánchez Cantón es reconocido en toda Europa, dice al hablar del pintor Carreño Miranda: «Juan Carreño de Miranda, vecino de esta villa de Madrid y natural de Avilés, en el Principado de Asturias, nació el año 1614 a 25 de marzo. Fue hijo de Juan Carreño de Miranda y de su mujer Catalina Fernández Bermúdez, naturales del Concejo de Carreño, en dicho Principado... como consta en los papeles auténticos que vi en poder de dicho Juan Carreño a quien vi morir». Y comenta, no sin cierto gracejo, Evaristo: «hubiera sido mejor que dijera a quien vi nacer». (LA VOZ DE AVILÉS, el 10 de febrero de 1971).
Palomino se ve que diferencia los dos lugares claramente: él es natural de Avilés, los padres son naturales de Carreño, aunque ese natural de no siempre indica nacimiento. Pero es que además lo repite de nuevo más adelante: «Carreño Miranda fue electo el año 1657 alcalde de los hijosdalgo de la villa de Avilés, de donde era natural». Biógrafos como Ceán Bermúdez, Constantino Suárez, e incluso el escritor Pérez de Ayala en una Guía del Museo del Prado, texto que se reproduce en la placa que descubrimos hace años en la capilla, todos ellos lo naturalizan de Avilés y además alguno hasta de La Lleda.
SANTO DOMINGO DE GUZMÁN
No deja de ser curioso el hecho de que este mismo año de 1657, en el que la Villa de Avilés lo elige alcalde, y juez por el estado noble, por su ascendencia y por sus méritos con dispensa de residencia (no sabemos si aceptó la alcaldía), ese mismo año pinta con Ricci la decoración del camarín de la Virgen de Atocha (Religiosas dominicas) en el que con el Papa Honorio III (1148-1225) aparecen Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís sosteniendo la basílica de San Juan de Letrán (residencia del Papa, aún no existía el Vaticano) simbolizando que entre los tres impedían que se viniese abajo la iglesia. Cuando lo vio el pintor italiano Miguel Colona, amigo de Velázquez, dijo a Felipe IV que el mejor artista de la corte era el que había pintado esta escena.
¿Por qué?, preguntó el rey.
Mire su majestad la cabeza del Papa.
Y es que existía en Roma un dicho «Fa una bona testa e vístela de un costalo» (de un saco).
No pude conseguir ver esa pintura pues ninguno de los biógrafos que tuve a mano la recoge. Con todo es curiosa la circunstancia de la unión en el fresco de estos dos santos (San Francisco y Santo Domingo) que para la parroquia de Miranda tienen un significado especial. ¿Por qué se escogió como patrono de esta parroquia a Santo Domingo de Guzmán, casi la única feligresía que la tiene por patrono en Asturias? Seguramente porque los franciscanos residentes en Avilés y que atenderían al principio a las gentes de este lugar, no vieron mejor patrono que Santo Domingo, el hermano espiritual de San Francisco, cuyo encuentro y cuyo abrazo es ya proverbial en sus hagiografías. Es una pena que tanto el papa Honorio como nuestro patrono hayan sido tan radicales en la extinción de la herejía de los albigenses. Eran otros tiempos y otra mentalidad. De todas formas esta pintura es un dato más para relacionar de algún modo al pintor con su posible lugar de nacimiento.
EN CARREÑO SE CITA SOLO CONCEJO, NO LUGAR
Marino Busto, primeramente en un escrito que publica en el BIDEA, nº 107, del año 1982, sept.-dic., y luego en la prensa, (sin citar ni atenerse a los razonamientos primeramente de Juan Uría, que comunica a Jesús Barettini que natural de no siempre es lugar de nacimiento sino que se usaba a menudo como lugar de origen familiar, y luego Evaristo Casariego), reproduce dos documentos con el fin de fijar en Carreño el lugar de nacimiento del pintor: su partida de matrimonio, y la concesión del hábito de Santiago girando toda su argumentación en la frase natural del lugar de Carreño. (También en Noticias Históricas del Concejo de Carreño, en La Nueva España, el 30 de octubre, y el 25 de noviembre de 1984).
Además, al tratar de ubicar el nacimiento en Carreño, hay que tener en cuenta que Carreño, que perteneció hasta el siglo XVII al Alfoz de Gauzón, cuya capital ra Avilés, es un concejo con nueve parroquias, algunas ya de interés en la época de Carreño (pintor) como es Luanco, Candás, Prendes, Albandi y sobre todo Logrezana, en donde radica la casa de los Carreño de Carreño, valga la redundancia, y sin embargo nunca se especifica parroquia o pueblo.
Sin embargo, cuando se habla de Avilés se cita a Miranda como lugar toponímico concreto, sin ser entonces parroquia, donde hay casa solariega con escudo heráldico en la fachada que es un sello inconfundible de identidad, además de llevarlo por partida doble en el retablo de la capilla desde el año 1676, como reza el documento firmado por el tallista Blas Martínez Santisteban y Francisco Carreño Bernardo: En la villa de Avilés, a veintiocho días del mes de octubre de mil seiscientos setenta y tres años, ante mí, escribano público y testigos, parecieron de una parte don Francisco Carreño Bernardo, vecino y regidor de esta villa, y de la otra Blas Martínez Santisteban, entallador, vecino así mismo de ella. (Para más información sobre este retablo y su historia se puede consultar la obra de Germán Ramallo: Escultura Barroca en Asturias, Oviedo 1985, pp. 277-278). Mi buen amigo Juan Ramón Fuentes ha estudiado genealogías del concejo de Illas, cuya historia está a punto de presentar. Me dice que abunda el apellido Carreño Bernardo A ver si resulta que ahora entra en danza un nuevo lugar de nacimiento (!?).
Según Marino Busto, en la casa de los Carreño de Logrezana, existe al parecer el escudo de armas con los blasones de los Carreño, Alas, Casamayor, etc. (BIDEA, nº 107, p. 621). No pude dar con él. Por tanto su entusiasmo por hacerlo natural del concejo creo que pierde fuerza cuando hay razones para hacerlo natural no de un concejo sino de un pueblo, y dentro de un pueblo, Miranda, en un lugar o barrio concreto que es La Lleda. Y de Miranda aquí no se refiere a ninguna familia noble pues no aparece ni entre las que luce el blasón del palacio de Bao, por tanto se ve claramente que se refiere al lugar. Tampoco tienen por qué coincidir siempre lugar de nacimiento con lugar de bautismo.
EN OVIEDO
Finalmente y con motivo de la carta del padre, llamando a su mujer criada, apareció hace años en la Revista Liño, nº 6, un trabajo de Javier González Santos, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, que luego se divulgó en La Hoja de Lunes de Oviedo (28 de diciembre de 1987). Parte también de la carta que dio a conocer Suárez del Villar, primeramente cediéndola al Marqués de Lozoya para su biografía, que aún permanece inédita, y que el Ayuntamiento le había encargado, carta que Suárez del Villar mantenía en secreto hasta que Alfonso Pérez Sánchez la copia de dicho manuscrito y la da a la imprenta, parece ser que sin ser conocedor de quien la descubrió. Creo que Suárez del Villar se queja de que le hayan pisado la publicación cuando dice en el prólogo del Privilegio a la casa de Carreño: «mantuve silencio pero al publicarse el libro de Alfonso y utilizar los datos del manuscrito del marqués, ya no tiene sentido mi silencio».
La carta en facsímil junto con otros documentos y el Privilegio fue luego publicada también por el propio Suárez del Villar en 1985 con motivo del III Centenario de la muerte del pintor, en el Apéndice II del Privilegio. En ella el padre de Carreño Miranda se dirige «a su criada Catalina» (12 de septiembre de 1640) y dice entre otras cosas:
«Nuestro hijo es ingrato, allá verás en las señoras monjas de Santa Clara un retrato del señor Obispo don Fray Diego de Hevia mi pariente que le llevó el señor Ramírez y verás lo que sabe de pintar y con ganar dos o tres ducados al día no bastan para enfermedades y galas de su mujer que sin querer yo se casó y no te quiere socorrer aunque se lo dije y tiene obligación. Dios le dé agradecimiento que bien lo ha menester. Hazlo todo con cuidado y avísame». Sin duda el profesor Javier González Santos, doctor y profesor titular de Historia del Arte en la Universidad de Oviedo nos habrá dado (ayer, en su conferencia en el Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS) solución a muchos de los interrogantes y datos que a mi entender plantea y que sería interesante ir descubriendo porque darían mucho de sí cara a conocer una más completa biografía del pintor: Las monjas de Santa Clara, el Obispo Fray Diego, el varquero de Odrión, ese sabe de pintar, lo que gana, que no basta para enfermedades y gastos de su mujer, con la que se casó sin quererlo el padre, que no socorre a su madre Y además ¿por qué estaba la madre de estanquera en Oviedo? ¿Por qué el padre vivía en Madrid en la Calle La Puebla, en casa de un pasamanero llamado Diego Gutiérrez, frente al pagador de Castilla, y por qué tantos detalles de su residencia? ¿Por qué en otros lugares le llama hijo legítimo y a su mujer esposa? ¿Estaba ya casado cuando nace el pintor? Sobre la ingratitud a la que alude sabemos que la personalidad de Carreño es todo bondad hasta el punto que dice en su testamento: «He criado de limosna en mi casa a María Josefa de 8 años que me la echaron a la puerta recién nacida y no sé de cuya es hija. Ruego a mi mujer no la desampare y si le parece conveniente hacer súplica a su majestad como lo hago, para que se sirva de mandar la reciban en uno de los Colegios de los patronatos reales, por el mucho cariño que la tengo». ¿Casa esta actitud con ese mal comportamiento de mal hijo con su madre que aparece en la carta?
Querer autentificar lo dicho con el nombre de la madre cambiado es algo que documentalmente va en contra de la autenticidad de un escrito, pues a falta de datos fehacientes o alguno de ellos falsificado ya no es posible ni viable usarla como testimonio históricamente válido.
Otro dato del escrito que desconcierta un poco es el sobre de la carta, por llamarlo de algún modo, que dice textualmente. «En porte ocho maravedís para que la llevare de Avilés a Oviedo». Ello indica que la carta salió de la mano del padre desde Madrid hasta Avilés, acaso con otros papeles que desconocemos. No sé si el profesor González Santos ha encontrado documentación más concreta sobre su tesis. De haberlo hecho hasta nos serviría, de algún modo, para ubicar, sino el bautismo, sí el posible nacimiento en Miranda.
EN LA LLEDA
Prescindamos del argumento de que al hablar de Carreño no se cita lugar concreto y al hablar de Avilés se cita no solo pueblo sino lugar (no hubo tampoco apellido de los Miranda en esta localidad). Pero es que de seguir en dudas con respecto a Oviedo apoyándose incluso en la supuesta ilegalidad del nacimiento de Carreño, si sus padres frecuentaban o vivieron algún tiempo en La Lleda, el nacimiento pudo también haber tenido lugar en esta casa de descanso. Y si la capilla existía desde doce años antes, ¿no pudo haber también tenido lugar en ella el bautizo del pintor?
Ya sé que bautizar fuera de la parroquia no era normal, tampoco lo era dejar sin inscribir debidamente al recién nacido, pero al no encontrarlo asentado en ningún archivo siendo obligación hacerlo y habiendo sido bautizado como consta por el resto de la documentación, llevando el agua a la pila bautismal de mi molino sin dar, desde luego, creo que hay tantas razones para que su nacimiento haya sido aquí como en cualquiera de los demás lugares que lo reclaman para sí.
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