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MARCO MENÉNDEZ
Sábado, 11 de enero 2014, 02:07
Álvaro María del Milagro de Armada y Ulloa, VIII conde de Revillagigedo, Grande de España, IX marqués de San Esteban del Mar de Natahoyo, VI conde de Güemes, XIX adelantado mayor de la Florida por su ascendente Pedro Menéndez de Avilés, que fundó la ciudad de San Agustín, en Estados Unidos y coronel honorario de Artillería, falleció en la madrugada de ayer en su domicilio de Madrid, a los 93 años. Nacido en la capital de España el 22 de diciembre de 1920, se casó el 1 de julio de 1950 con María del Carmen Barcáiztegui y Uhagón, en la localidad guipuzcoana de Fuenterrabía. El matrimonio tuvo seis hijos: Álvaro VII conde de Güemes, María del Carmen, Rafaela, Micaela, Teresa y Casilda.
El conde de Revillagigedo, que en su momento fue accionista de EL COMERCIO, «murió a la una de la madrugada, tranquilo, en la cama, en su domicilio de Madrid», explicó ayer a este periódico su hijo Álvaro Armada, quien se encontraba velando a su padre en la sala 26 del Tanatorio de la M-30. Asimismo, informó de que el entierro «tendrá lugar en Gijón el sábado día 11 a las cinco de la tarde en la capilla de Nuestra Señora de la Peña de Francia en Deva».
Dicen quienes le conocían que el conde de Revillagigedo «era un hombre sencillo, tímido, humilde, de grandes sentimientos religiosos, con gran rectitud de conciencia y que prefería pasar inadvertido». Esa conciencia religiosa fue la que le movió a alejarse de la vida pública hacia 1985. Fue un hombre muy apreciado por los vecinos de la parroquia de Deva, donde residía habitualmente en la finca Quinta de Peña de Francia, ubicada al lado de la iglesia parroquial. Además, era uno de los principales impulsores de las fiestas sacramentales de la pedanía gijonesa.
Pero antes de apartarse de la vida pública, el conde de Revillagigedo estuvo consagrado a su familia. Su matrimonio, incluso, vino recogido en las crónicas sociales de la época, que indicaban que «la novia, que vestía traje de tul con gorrito de encaje antiguo, entró en el templo del brazo de su hermano y padrino, el conde de Llobregat; seguía el novio, dando el suyo a su madre y madrina, la señora viuda de Argüelles». Una vez concluida la ceremonia religiosa, en aquel 1 de julio de 1950, «se celebró una fiesta en Zuloaga Aundi, residencia de la familia de la novia».
El legado de la fundación
La Fundación de Revillagigedo es uno de los legados que deja el conde en la ciudad. El Ministerio de Educación aprobó en julio de 1964 el carácter benéfico-docente a título particular de este centro educativo, ubicado en El Natahoyo, que había sido instituida el año anterior en una escritura pública ante el notario gijonés José Ramón Penzol.
El objeto de esta fundación era procurar la formación y enseñanza de oficios «profesional y técnica en todos los órdenes, y religiosa de los jóvenes productores de ambos sexos, bien mediante la concesión de becas anuales, bien dando clases directamente en centros o dependencias que al efecto establezca la fundación o bien de cualquier otra forma con tal de cumplir el fin fundacional que tendrá siempre carácter gratuito».
Años de retiro
Álvaro Armada Ulloa decidió a mediados de la década de 1980 alejarse de la vida pública y ocuparse fundamentalmente de cuestiones sociales. El escritor Antonio Colao Granda hizo referencia en su trabajo 150 motivos para aumentar su fe a un encuentro que tuvo en su momento con el conde de Revillagigedo y que refleja sus profundas convicciones religiosas. Colao Granda explica que el conde prefirió vivir de la forma más austera posible. El escritor destaca además que Álvaro Armada dedicaba numerosas horas a la oración.
También recogió Colao Granda lo que el propio Álvaro Armada Ulloa le había dicho: «La riqueza siempre ha sido la perdición de muchos hombres. Para los cristianos puede ser incluso odiosa. Tú encontrarás en los manicomios muy pocos dementes por haber perdido a un ser muy querido, pero sí muchos por haber perdido su fortuna».
Aunque residía fuera de Asturias, nunca perdió su vinculación ni su carácter gijonés. Prueba de su afecto por la ciudad fueron la donación que realizó de la Colegiata de San Juan Bautista, el actual Palacio de Revillagigedo y todos los inmuebles anexos, estableciendo una fórmula con Cajastur por la que cedía el inmueble por una cifra aproximada a los cien mil euros. Esta no fue su única aportación a la ciudad a lo largo de su vida, ya que «una de sus grandes preocupaciones fue contribuir al desarrollo de Gijón», recordaba ayer su familia.
En la última parte de su vida, el conde de Revillagigedo pasó un tiempo en una residencia de Trujillo (Cáceres). En los últimos tiempos su estado de salud había empeorado de forma notable, por lo que sus hijos decidieron trasladarlo a su domicilio de Madrid, donde a la una de la madrugada de ayer falleció.
Álvaro Armada Ulloa era hijo de Álvaro Armada de los Ríos-Enríquez, abogado, diputado por Gijón y, posteriormente, senador, y de María de la Concepción Ulloa. El conde tuvo ocho hermanos: María Josefa, Teresa, Concepción, Victoria Eugenia, Rafaela, María de la Asunción, Javier y Rosario.
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