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NACHO PRIETO
Jueves, 31 de enero 2013, 15:32
La Capitanía Marítima de Gijón y el puerto de El Musel apostaron anteayer fuertemente por los profesionales implicados en las maniobras de entrada de los barcos (básicamente prácticos y remolcadores) para salvar al Cape Baltic, un granelero de 289 metros de eslora que llegó a Gijón con 160.000 toneladas de mineral de hierro a bordo y sufrió tres vías de agua cuando se encontraba fondeado porque el oleaje lo golpeó contra el fondo.
El resultado es el barco fuera de peligro y atracado en el nuevo Muelle Norte, tras una maniobra que llevó ayer al capitán marítimo de Gijón, Ignacio Fernández Fidalgo, a felicitar efusivamente a los profesionales de El Musel porque «se salvó el barco». Como es habitual, la Capitanía evitó, hasta que concluya la investigación abierta sobre lo sucedido, aventurar cualquier detalle, pero no quiso ahorrar elogios por la entrada del barco en El Musel en unas condiciones de la mar extremas y un calado superior al autorizado para acceder a la terminal de graneles, donde estaba previsto que alijase la mitad, aproximadamente, de su carga, para continuar luego viaje a Alemania con el resto.
Una vía de agua en un barco es siempre un problema grave, pero con 160.000 toneladas de carga y tres tanques inundados (que aportan un peso adicional estimado por expertos consultados por este periódico en unas 3.000 toneladas, las cosas se complican mucho. Pocos puertos españoles pueden acoger a un barco con más de 18 metros de calado y, por lo tanto, tocaba arriesgar, eso sí, con el máximo posible de seguridad.
Medidas excepcionales
La Capitanía Marítima exigió para la maniobra de acceso la participación de dos prácticos (en este caso Ramón Álvarez y Ángel Caballero) con cinco remolcadores de apoyo. Los dos remolcadores con más potencia de El Musel, Veranes y Veriña, se quedaron en el puerto, porque los profesionales dieron preferencia a la agilidad de otros barcos más pequeños sobre la capacidad de tiro.
No obstante, la maniobra resultó extraordinariamente complicada y dificultada aún más por las condiciones de trabajo de los remolcadores que impone el diseño de la ampliación cuando las olas superan los cuatro metros de altura. Anteayer había olas de entre cinco y seis metros, con un intervalo de entre 19 y 24 segundos entre crestas.
Los remolcadores sólo pueden fijar amarre a una milla o menos del canal de entrada y, aún así, con la proa del barco excesivamente lastrada y la hélice a punto de quedar por momentos fuera del agua a popa, los remolcadores corrieron serio peligro de quedar materialmente colgados del barco al que auxiliaban. Una de las estachas de remolque llegó a romper y para que no lo hicieran todas hubo que reducir los márgenes de seguridad.
Los daños
Aun en su puesto de atraque en el Muelle Norte, el Cape Baltic tuvo que ser sujetado hasta el mediodía de ayer por dos remolcadores en posición de carnero, como se aprecia en la fotografía superior, ya que la resaca produce más agitación de la deseable en la nueva dársena.
No obstante, un amplio despliegue de técnicos permitió ayer efectuar una primera evaluación de los daños. Al menos, tres tanques (el peak de proa y dos de babor) sufrieron vía de agua y se encuentran inundados.
Si no hay novedades, la reparación, provisional, consistirá en soldar planchas con el barco a flote, es decir, mediante trabajo submarino, que elimine las vías de agua. A continuación, mediante bombas de achique, será sacado el agua que devuelva al granelero su calado original, con el que pasará a la EBHI para la descarga y pasar luego a dique seco. Los más próximos para este barco son los de Ferrol y Lisboa.
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