

Secciones
Servicios
Destacamos
I. LLERA
Jueves, 6 de diciembre 2012, 15:35
El genio brasileño de la arquitectura Oscar Niemeyer falleció a los 104 años en Río de Janeiro tras sufrir un agravamiento de su delicado estado de salud. Niemeyer permanecía internado en el Hospital Samaritano de Río de Janeiro en estado grave por una infección por el martes los médicos que le atendían, dirigidos por el doctor Fernando Gjorup, decidieron conectarlo a un respirador automático y mantenerlo sedado. El arquitecto, que iba a cumplir 105 años el próximo 15 de diciembre, había sido ingresado en el hospital el 2 de noviembre, pocos días después de haber recibido el alta, tras permanecer casi dos semanas internado por una deshidratación. En mayo estuvo hospitalizado tres semanas a raíz de una neumonía.
Padre de la arquitectura brasileña, en sus comienzos llegó a trabajar con el arquitecto franco-suizo Le Corbusier en las obras del Ministerio de Educación de Río. Sin embargo, será recordado como el responsable del diseño de la ciudad de Brasilia, junto al urbanista Lucio Costa en 1960. Y en Asturias, por el espectacular diseño que realizó en Avilés, una obra que definía como una de las "más queridas". Su acercamiento al Principado comenzó en 1989. En ese año le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias. Su estado de salud y su aversión a volar hizo que no realizase, como suelen hacer los galardonados, una visita a la región. Pero el galardón sirvió para crear un vínculo que terminaría por convertirse en un gran legado para Asturias. Cuando recibió el premio, Niemeyer ya era reconocido como uno de los grandes arquitectos del siglo XX.
Se graduó como arquitecto en la Escuela Nacional de Bellas Artes y en 1935 pasó al estudio de Lucio Costa, más tarde su compañero de aventura en la construcción de Brasilia. Sin embargo, quien le marcó como arquitecto fue el franco-suizo Le Corbusier, quien le introdujo en el ideario modernista. Entre 1937 y 1943 realizó el proyecto del edificio de Educación y Salud de Brasil y en 1939 se le encargó el pabellón del país para la Exposición Universal de Nueva York. Con su maestro Le Corbusier, en 1947, se ocupó del diseño de la sede central de las Naciones Unidas en Nueva York.
En 1962 trabajó en Europa, Oriente Medio y el Norte de África, donde su principal legado fueron la mezquita, el centro cívico y la universidad de Argel. El gobierno francés le contrató en 1966 para edificar la Zona con Prioridad para Urbanizar (ZUP) y un año después proyectó la sede del Partido Comunista francés, ambos en París, donde vivió como exiliado político hasta 1974. Entre 1968 y 1975, trabajó en el diseño del edificio de la editorial Mondadori, en Milán, una de sus obras preferidas y que definía como "diferente" y "de mucho impacto" Obra suya también es el 'Sambódromo' de Río de Janeiro, que fue inaugurado en 1984 y desde entonces se convirtió en un templo de la samba y el carnaval. Sobre un proyecto del antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, en 1987 levantó el Memorial de América Latina, una construcción de 20.000 metros cuadrados en el corazón de Sao Paulo, donde funcionó durante casi una década el Parlamento Latinoamericano. En 1991 hizo su primer trabajo en Portugal, la sede de la Fundación Luso-Brasileña para el Desarrollo del Mundo de la Lengua Portuguesa, sobre la base de un palacio del Siglo XVIII.
Últimos trabajos
Uno de sus últimos trabajos fue el Centro Niemeyer de Avilés, en Asturias, inaugurado el 26 de marzo de 2011, un concebido como un gran espacio para el desarollo de la cultura y el conocimiento, además de una gran plaza pública con la que transformar una de las áreas más degradadas de la ciudad.
El pasado mes de febrero Niemeyer supervisó antes del carnaval de Rio las obras de renovación del Sambódromo, que construyó hace 30 años y donde se llevan a cabo los desfiles de las grandes escuelas de samba. El arquitecto trabajó hasta ser internado en su estudio de grandes ventanales curvados, frente a la célebre playa de Copacabana. Su última obra fue inaugurada en abril en pasado en Brasilia. Es la Torre Digital, un cilindro de 180 metros de altura con pétalos de concreto que de lejos lo asemejan a una flor propia de las llanuras centrales de Brasil.
Una vida azarosa y comprometida
Oscar Niemeyer tuvo una vida intensa y comprometida. No concebía la arquitectura sin la lucha apasionada por sus ideales políticos. Y no entendía la vida sin el amor. Nacido en Río de Janeiro el 15 de diciembre de 1907 como Oscar Ribeiro de Almeida Niemeyer Soares Filho, se casó en 1928 con Anita Baldo, madre de Ana María y fallecida en 2004. En 2006, con 99 años, contrajo matrimonio con Vera Lucia Cabreira, su secretaria de toda una vida y 39 años menor que él. Histórico militante desde la clandestinidad del Partido Comunista de Brasil, no renegó nunca de sus convicciones. "Stalin fue un sujeto fantástico" dijo en una de sus últimas entrevistas, en la que calificó a la extinta URSS como "sesenta años de gloria para la Humanidad". Grabó su impronta comunista con sutileza en obras como la iglesia de la Pampulha, de la ciudad de Belo Horizonte, cuyas sinuosas curvas recuerdan a una hoz y un martillo, lo que llevó al Episcopado a desconfiar y a retrasar la consagración del templo una década. El símbolo socialista también quedó plasmado de forma más osada todavía en el mausoleo del expresidente brasileño Juscelino Kubitschek, que fue construido en Brasilia cuando el país era gobernado por una dictadura militar que le obligó a exiliarse entre 1967 y 1982, la mayor parte del tiempo en París.
Al lado del urbanista Lucio Costa, otro estalinista declarado, Niemeyer creó de la nada Brasilia, la nueva capital del país desde 1960 y que ambos aspiraban convertir en una ciudad ideal. A disgusto con la evolución de la capital y también por su miedo congénito a volar, Niemeyer no participó en abril de 2010 en la fiesta del 50 aniversario de esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que acoge su mayor conjunto arquitectónico. "Después de que se inauguró Brasilia, llegaron los hombres del dinero, del capital, y todo cambió. Llegaron la individualidad y la vanidad más detestables y los hábitos cambiaron gradualmente, para adquirir aquellos de la burguesía que reprobamos", comentó Niemeyer con motivo del cincuentenario de la capital.
Afirmaba que siempre que le encargan un edificio, intenta hacerlo "bonito, diferente y que genere sorpresa", para que los pobres puedan disfrutar de su arte, a diferencia de otras disciplinas a las que no tienen acceso. Diez días antes de cumplir los 105, las arquitectura ha perdido a uno de los grandes nombres de su historia.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.