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Viernes, 24 de agosto 2012, 20:24
La apertura del paseo en el tramo más alto de la cola de la ría de Avilés ofreció dos contrastes: disfrutar de una zona con más vegetación y fauna, pero constatar que aún se vierte mucha contaminación al entorno. La gente se pregunta cómo patos y peces pueden vivir en unas aguas tan sucias; la respuesta es que estos animales tienen allí refugio y alimento: comen vegetales y restos de materia orgánica que arrastran los ríos (insectos, semillas, desperdicios que tiramos, etc).
Todos los años registramos especies que regresan a la ría, ya que poco a poco las aguas van mejorando. Las más móviles (aves y peces) van y vienen del estuario, pero las que viven pegadas al fondo son más interesantes por ser bioindicadoras: su presencia señala que el sitio donde viven reúne mejores condiciones para vivir.
Así, durante el testing de biodiversidad que realizamos los miembros de Mavea el pasado fin de semana, constatamos el aumento de organismos en la ría. Las orillas estaban literalmente invadidas de quisquillas (Palaemon serratus), contándose por millones, siendo la presa de numerosos animales. Las ostras también son numerosas por los pedreros, sobre todo en el Monumento Natural de la Ensenada de Llodero y Charca de Zeluán. Esta explosión de vida se debe en parte al aumento de temperatura de las aguas: medimos nada menos que 26,5 ºC en la bocana de la ría, lo que es el dato más elevado que conocemos en nuestro estuario.
También es desgraciadamente cierto que algunas plantas invasoras siguen proliferando, a pesar de nuestros esfuerzos; el ejemplo más claro es el de la Yuca, que ya ha rebrotado en diversos puntos de las duna.
Cuatro nuevas especies
Pero lo mejor fue que vimos cuatro nuevas especies para la ría, organismos que probablemente vivían aquí antes de la llegada de la industria pesada a Avilés. Estas fueron:
Xorrón (Arenicola marina): es un gusano que vive enterrado en galerías en forma de U y se detecta por los excrementos enrollados que deja en la entrada de su galería. Es un organismo filtrador, o sea que come las partículas de materia orgánica que arrastra la corriente y se depositan en la arena. Es común en algunas localidades, como la ría de Villaviciosa y la playa de Bañugues. Es la presa de algunas aves como los zarapitos, lo que aumenta la base de la pirámide trófica de nuestro estuario.
Anémona común (Anemonia viridis = A. sulcata): caza organismos que pasan a su lado, pero también consigue parte de su energía de las zooxantelas, que son algas simbiontes que viven en su interior y le dan el color verde.
Cangrejo moro (Xantho pilipes): se alimenta capturando otros invertebrados, pero también carroñea los restos de otros animales que aparecen por la zona. Los cangrejos son cogidos por muchas aves, como limícolas, gaviotas, patos marinos y colimbos. Es una especie relativamente frecuente por el litoral. En Avilés lo detectamos porque estaba enrollado en la red que algún desaprensivo pescador dejó a la deriva y encalló en las rocas.
Margarita reticulada (Nassarius reticulatus): se trata de un molusco gasterópodo, una especie de caracol marino de pequeño tamaño (hasta 3 cm.); caza otros invertebrados y también carroñea animales muertos. Es común en muchas zonas de fondos arenosos, pero en nuestro estuario sólo conocíamos sus conchas ocupadas por cangrejos ermitaños. Contribuye a diversificar la red alimentícia de la ría.
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