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IVÁN VILLAR
Lunes, 21 de noviembre 2011, 03:47
"Teníamos moscas hasta en el pelo". Los responsables de la constitución de una mesa electoral en la localidad de Soto de los Infantes, en Salas, se encontraron hoy con una desagradable sorpresa. A las ocho de la mañana se abrieron las puertas de la antiguas escuelas y, dentro del aula, revoloteaban una decena de moscas. Nada más que una pequeña molestia, pensaron. Pero al encender las luces, dado que aún era de noche, la cosa se complicó. Un auténtico enjambre tomó de repente la sala y empezó a entorpecer el propio arranque de la jornada de votaciones. "Estaban como tontas. Se metían por el pelo de la gente, por la espalda, chocaban entre sí...", explicó a elcomercio.es uno de los suplentes. Dadas las incomodidades que representaba la situación, uno de los vecinos presentes decidió acercarse a su casa a por un insecticida, mientras la mesa se constituía entre continuos manotazos al aire. A las 8.10 todo estaba listo para esperar la apertura oficial de la votación, salvo por la presencia de los inesperados vecinos alados.
Finalizados los trámites oficiales de constitución, los responsables de la mesa rociaron el aula con insecticida y abandonaron vacío el local durante diez minutos. Cuando regresaron, casi todas las moscas habían muerto. Entonces se dieron cuenta de que era necesario recoger los cadáveres, por lo que varios voluntarios empezaron a llamar a las casas del pueblo donde sabían que había gente despierta para intentar hacerse con una escoba y un recogedor. Durante la operación de limpieza se llenó media bolsa de supermercado con los insectos muertos. Pero cuando estaban terminando, alguien advirtió que volvía a haber moscas revoloteando por la sala. Volvieron a rociar el aula con insecticida y nuevamente salieron fuera a esperar que el veneno hiciera su efecto. Entraron de nuevo a las 8.50 y empezaron otra vez a barrer. Pero seguían apareciendo moscas, a pesar de que las ventanas estaban cerradas a cal y canto.
Alguien descubrió al fin que los insectos estaban entrando por una pequeña abertura del falso techo. Sospechando que su origen podría ser el cadáver abandonado de algún animal, alguien subió al desván. Pero no encontró nada. Dado que el problema no se solucionaba, se optó por trasladar todo el equipo electoral a un cuarto situado en la planta baja del inmueble, la antigua casa del maestro, pese a que no tenía buena iluminación y carecía de calefacción. La mudanza no fue fácil, pues fue necesario desmontar una de las mesas y hasta una de las cabinas que facilitan el voto secreto, pues no cabían por la puerta. Unos pocos minutos después de las nueve de la mañana, pese a todo, la mesa electoral de Soto de los Infantes abría al fin para que los cerca de 150 electores adscritos a ella pudieran empezar a votar.
Otro aspecto curioso de la jornada tuvo lugar en Orlé, Caso. Allí los votantes no depositaron dos, sino tres papeletas, ya que elegían también a su alcalde pedáneo. Roberto Fontán lideró la única candidatura que concurrió a las elecciones en esta pedanía.
La nota más trágica de la jornada electoral en Asturias tuvo lugar en Gijón. Un votante que acudía a dejar su papeleta en el colegio electoral de Gijón Sur falleció a las puertas de su colegio electoral. Comenzó a sentirse más y una UVI móvil le atención 'in situ' con intención de trasladarlo posteriormente a un centro hospitalario. Pero Juan Gil Moreno murió antes de llegar al centro sanitario.
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