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Una imagen tomada en una de las inspecciones realizadas el último año en los clubes de alterne asturianos. :: ARCHIVO DE LA GUARDIA CIVIL
Clubes de alterne bajo control
Asturias

Clubes de alterne bajo control

Identificó a 268 mujeres, de las que 33 fueron detenidas por encontrarse en situación irregular La Guardia Civil realizó 36 inspecciones de locales dedicados al negocio del sexo en 2011

PPLL

Lunes, 16 de enero 2012, 09:59

Sábado de madrugada. Una decena de hombres y mujeres de uniforme mezclados con otros agentes de paisano y con personal de la Inspección de Trabajo acordonan un club de alterne de la zona central de Asturias. «Acordonar es necesario, sobre todo, en los clubes más grandes. Porque sabes que las mujeres en situación irregular van a intentar escapar». Arranca así una de las 36 inspecciones llevadas a cabo por la Guardia Civil durante el último año en Asturias en los 32 locales dedicados al negocio del sexo que se encuentran en su demarcación. El 80% del total. Porque el control de los situados en zonas urbanas, el restante 20%, corresponde a la Policía.

«Ninguno se libra de, al menos, una inspección al año», cuentan en el Grupo de Personas de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Oviedo, el área del Instituto Armado -en la que se encuadra el Equipo de Mujer-Menor (EMUME), especializada en violencia de género-, la encargada de la vigilancia de los clubes de alterne y de «la lucha contra la trata de seres humanos referida a la explotación sexual con ánimo de lucro».

Sin detenciones vinculadas con el tráfico de personas durante este año, como explica el responsable del Área de Personas de la Comandancia de Gijón, «de las últimas inspecciones se puede deducir que los clubes que existen en Asturias están prácticamente bajo control y que los casos de mujeres que se encuentran en esa situación tan dura que pueden surgir son bastante excepcionales».

Bandas del Este

Tanto en la Comandancia de Oviedo (con 13 clubes en que se extienden desde la capital de la región hasta el Occidente), como en la de Gijón (con 19 hasta la frontera con Cantabria, entre los que se encuentran los macroclubes del área central del Principado) coinciden en señalar que, «comparada con otras comunidades, como algunas del Levante, Asturias es un limbo, un oasis al que no han llegado las grandes bandas del Este que empezaron a aterrizar en España a finales de la década de los ochenta».

En este mismo periodo, la Guardia Civil identificó a 268 mujeres que se encontraban trabajando en estos locales, «algunas previamente registradas en lugares como Cataluña, Ribadeo o Castilla y León», pero reconocen que, «por su elevada movilidad y porque es una actividad que no esta regulada según los parámetros que rigen cualquier otro empleo, resulta muy difícil poder elaborar un censo fiable de las prostitutas que ejercen en la región», aunque hay estudios que elevan esta cifra a 2.000.

Lo que sí saben es que, de ellas, 33 fueron detenidas por encontrarse en situación irregular en Asturias, lo que motiva la apertura de un expediente por parte de Extranjería.

Detectar a personas que no tienen sus papeles en regla y «contar con un censo de estas chicas por lo que pueda pasar» es uno de los objetivos de los registros, en los que también se identifica a los dueños de los negocios (que muchas veces funcionan como hostales y que deben enviar la relación de huéspedes al puesto de la Guardia Civil o a la Comisaría de Policía más cercanos), así como a los clientes.

Continúa la «inspección preventiva». Cuando los agentes de la Benemérita acceden al local, todo se para y «la noche se pierde a efectos del negocio. Ellos y ellas son separados. Las mujeres, a un lado, y los hombres, a otro. El operativo incluye a las personas que están en las habitaciones».

A partir de ahí, comienza a desplegarse un protocolo establecido por el instituto armado en el que las mujeres «deben responder a una serie de cuestiones como cuáles son sus orígenes, los motivos por los que han venido a España, su situación familiar, si disponen o no de libertad, si tienen acceso a los medios de comunicación o al teléfono, si las dejan salir y si disponen del dinero que les proporciona la actividad o están sometidas al chantaje de alguna mafia por una deuda contraída antes de salir de sus países. Generalmente, para devolver el importe del billete que las trajo aquí».

Una hora y media después, los agentes abandonan el local. Han decomisado un par de gramos de cocaína, «aunque no se va buscando drogas». Poco más. «Aquí nadie tiene a nadie trabajando contra su voluntad. Es más: muchas veces son los novios y los maridos los que las llevan y las vuelven a buscar. Y los negocios son los primeros interesados en cumplir la ley».

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