La sopa está fría

Hasta donde llegan mis entendimientos, hay una regla básica de convivencia: en el momento que te pegan la primera hostia o se produce la primera humillación, es el momento de coger el portante o de pedir el divorcio. Sin excepciones. Cuando se produce cualquiera de estas dos cosas, no hay marcha atrás, y usted, señora mía, se convertirá en un conejo a cazar. No, no me mire así, no me suelte que él la quiere o que también sufre o que no quería hacerlo, ese señor que le acaba de cruzar la cara es un cabrón que jugará con usted a un juego que se llama palo y zanahoria. ¿Su mecánica? Simple, utilizará un perverso juego de castigo y recompensa para reducir su psique a un mero estropajo, demoliendo su voluntad hasta que cualquier gesto, sonrisa o palabra adquiera de inmediato connotaciones siniestras. Y le repetirá tantas veces y de todas las formas que usted es una mierda, que acabará creyéndoselo. Los celos como demostración de amor, la complacencia con ciertas actitudes de desprecio, el consumo excesivo de drogas o alcohol, los lloros y peticiones de perdón después de machacarla. señora, hágame caso, mande a tomar por el culo a todos los que dicen que exagera, que su compañero no es tan malo, que esa bofetada fue solo un mal día. Ahora mismo está secuestrada por el dragón, es una sombra, una mujer violada, una autoestima martirizada, hágame caso, coja al crío y llame a la vecina o a la policía o a algún amigo, lo importante es salir de su área de influencia. Que si la sopa está fría o demasiado caliente, que si parece que te vistes para otro, que no me gusta que salgas con tus amigas, que si no me apetece que trabajes, que si con quién hablas por teléfono, que si estoy seguro de que esta tarde no has ido a casa de tu madre, que no me mires así que te calzo una hostia que te pongo la cara del revés, que si te la merecías, que no me respondas, que mira que saco el cinturón y verás, que no me rechistes, que no repliques, so puta, que ahora vas a ver, zorra, que vas a sangrar más que cuando desvirgué, y acabaré matándote, entiendes, matándote, porque no te mereces vivir. Señora, por favor, espere a que ese animal esté trabajando, coja el teléfono, marque el 016, haga la maleta, coja a la prole y márchese sin mirar atrás. No se convierta en sal.